martes, 30 de junio de 2009

Una grasada

Como reconoció Luca Prodan en su canción “Heroína”, uno de los temas que más preocupa a quienes tenemos cierta tendencia a la drogadicción es, ni más ni menos, que el cuidado del cabello. Cocretamente en mi caso -adicto desde la más tierna infancia a los mejoralitos, la paratropina e incluso a un remedio para la garganta que no me acuerdo cómo se llama pero que produce el mismo efecto que los caramelos ½ hora- fue este un problema que requería mi atención constante. Fundamentalmente porque tengo el pelo muy grasoso. En mi época de tanguero era una ventaja, ya que con pasarme la mano por la cabeza, hacia atrás, el pelo quedaba inamovible al estilo de la época, con lo que me ahorraba unos cuantos mangos en gomina brancato. Pero en el año 2005, me acuerdo, ya mi look resultaba un poco anacrónico. Desde entonces he probado todo tipo de shampús desarrollados especialmente “para el cabello graso” sin que ninguno cumpliera su cometido. Hasta que hace unos días se me ocurrió desarrollar yo mismo una fórmula efectiva. No me inquieta revelarla porque acabo de completar los trámites de patente, por si a alguien le interesara comercializarla. He mezclado en partes iguales jabón blanco para la ropa con detergente para platos Fairy ultra, “máximo poder antigrasa”. Por ahora sólo diré que estoy realmente conforme con el resultado de mi experimento, me encanta como me deja el pelo: llevo usándolo apenas una semana y ya casi me lo sacó todo.


1 comentario:

Untal Alvarez dijo...

Otro buen método es hacerte problema por boludeces. Vas a ver como se te caen los pelos de a cachos. También existe la posibilidad de dosificar las boludeces y podés construirte unas entradas bárbaras.