martes, 8 de julio de 2008

ANOTACIONES DE JUNIO

Lunes.

“…Pero no hay nada más triste
Que ver llorar a un pelado.”

(De una zamba atribuida a G. Arribúa.)

Hasta que, cualquier mañana, uno se levanta y advierte que se ha quedado completamente pelado. Esa calvicie amenazadora que avanzaba de a poco pero implacablemente se ha hecho lo más reconocible de nuestro carácter, forjado con años de autodisciplina. A partir de hoy no tendremos más que ideas descabelladas. Seremos blanco de todas las bromas infantiles y objeto de burla entre nuestros pares. Pero al menos estaremos en nuestro derecho de discutir, cuando lo consideremos oportuno, a grito pelado




Martes.

Epitafio para el Tano (Tango)

Le batíamos el Tano y era ruso
Como el propio Don Quijote de La Mancha,
Qué delicia verlo salir a la cancha
Alto y sobrio, igual que Toulouse Lautrec.

En el club le decían Diego, por la diestra,
Aunque en su caso las dos eran de palo;
En rigor no era que el Tano fuera malo:
¡silbaba mucho más lindo que Gardel!

(Estribillo:) ¡Y qué pedazo de alma...!
Jamás se derrumbaba,
Amante de las flores
Y la televisión,
Modesto y engrupido,
Piropeador y rante…
El Tano era gigante;
El Tano era un campeón.

Tan alegre y optimista –pobre santo-
Veía siempre el lado bueno de las cosas,
El mundo para él era color de rosa
Como en las canciones de Discepolín.

Y qué pinta la del Tano, Dios me libre,
Una pinta de las que ya no se usan,
Cautivaba con su estampa a las papusas…
¡Fina mezcla de Bilardo y de Balbín!

(Estribillo)

Fue padre ejemplar de sus hijos bastardos,
Gran marido de sus esposas solteras,
Su estación era la eterna primavera
De la que un invierno atroz lo arrebató

Una tarde que andábamos sin vento
El Tano salió a luquear a los vecinos,
Consiguió para tres botellas de vino
Y después… se suicidó.

¡Y qué pedazo de alma,
Jamás se derrumbaba...!


Viernes

En los últimos años, no pocas veces me han preguntado cautelosamente si soy argentino o uruguayo. Supongo que este proceder se debe al hecho de que los uruguayos por lo general se indignan cuando los confunden con argentinos, lo que –en líneas generales- no se da en la viceversa. Yo tengo para mí una teoría que acaso explicaría estas reacciones, pero creo que no soy el más indicado para exponerla, quedaría feo y -aunque deducida sin el menor asomo de patrioterismo- incluso hasta pedante; por lo que esperaré a que la exponga algún hermano oriental (por ejemplo el ponja de la tienda de acá abajo). En cambio la pregunta que me hizo ayer un viejo del laburo –que todavía no sé qué función cumple- fue algo extraordinario, en cualquier acepción del término:

-¿Tú eres argentino o paraguayo?
-No, no… -contesté yo, con toda la gravedad que exigía la respuesta- ¡paraguayo!


Sábado

Instrucciones para un recienvenido-

No dudes. Actúa como si el aeropuerto fuese tu hábitat natural. No demuestres ningún temor y –aunque tengas en tu poder pasaje de vuelta, cartas de invitación fallutas, falsos contratos de trabajo, un montón de euros por día de estancia y demás avales- no lleves en la mano más que tu irrefutable pasaporte argentino. Una vez franqueada la aduana, la primera dificultad que encontrarás será la de coger el autobús. Por mucho que la imaginación trabaje no encontrarás el modo, así que haz lo que yo: simplemente súbete a él.


Cuando llegues a la ciudad, es primordial que ubiques un LIDL. No te preocupes, habrá uno cerca de casa, puedes creerme. Cuando venimos como venimos nunca nos establecemos en el centro, y los supermercados de los que te hablo se encuentran siempre en los suburbios. Mientras tanto, un Mercadona no es mal pucho. Hablando de puchos, recuerda esta palabra: estanco. Allí comprarás cigarrillos, estampillas (timbres o sellos todavía no sé cómo los llaman) para mandar postales a los gomías (amigos), y –si no has perdido por completo tus esperanzas de salvarte- quizá hagas allí tu apuesta del PRODE (quiniela). Olvídate de los simpáticos kioscos (quioscos). (Otro punto importante de ubicar es un almacén –seguramente estarán regentados por turcos o chinos- donde procurar escabio durante la noche, por las dudas)

Habiendo localizado el LIDL y teniendo suficientes cigarrillos encima podrás estar tranquilo, en cierto sentido.

Al principio será duro, debes saberlo. Lo que no puedes saber es cuánto se prolongará ese principio. Hay quienes a los pocos meses ya se sienten cómodos. Otros en cambio, a pesar de los años, seguimos haciendo equilibrio.

Que tu acento sea tu acento de siempre. Por supuesto notarán que no eres del barrio, pero eso no será un obstáculo para que te hagas una idea general del mundo. Algunos –he visto casos- en cuanto pisan el aeropuerto se largan a hablar de tú, a pronunciar las y griegas y las elles como i latinas y a usar modismos propios de su nueva residencia tales como polla, curro (en el sentido de trabajo), coño, hostia, tomar por culo y demás exquisiteces idiomáticas. Cierta gente los considerará de una inteligencia agudísima y harán notar lo rápido que se han adaptado, aunque se vuelvan a casa a los diez días. A mí, en realidad, me causan cierta maliciosa gracia.

El tiempo medio para conseguir los papeles está estimado entre uno y treinta años, según el caso; pero no te aflijas: la legalidad trae más problemas que soluciones.

Podrás cometer errores y hasta todo tipo de errores, pero ten mucho cuidado en una cosa: NO TE METAS JAMÁS EN UNA HIPOTECA. En mi vida he cometido macanas de la más diversa índole, he hecho cosas malas, muy malas e incluso espantosas, pero lo peor que hice, sin duda, fue pedir el crédito para comprar este departamento en el que sobrevivo todavía cuerdo de casualidad. ¿te acordás de la Milonga del conventillo?

“(…)Se rompen las cañerías,
Hay humedad en la pared,
La caldera, el ascensor
Hace un mes que no gatillan
Y el portero llama a un quía
Que es técnico en no sé qué. (…)”

Yo la tengo muy presente.

Vivirás de un modo u otro, la vida es algo muy personal, aquí no puedo ayudarte. Deberá importarte un pomo la opinión que los demás tengan de tí. No pierdas el foco, no descuides tus instrumentos: afina el violonchelo al menos dos veces por semana y ajusta los parches del redoblante con cierta frecuencia. Limpiarás mensualmente los mecanismos y engranajes de la máquina de fotos y del viejo revolver. Regarás el helecho, el jazmín, los malvones –de ser posible- diariamente (cada uno debe cuidar su pequeño jardín), y rezarás a Dios Padre pa’ que no falte el gullón. Chuparás tu matecito en silencio sin el menor asomo de tristeza y repasarás esos discos que trajiste como una forma anticipada de la nostalgia. Puede que tengas que esperar mucho tiempo y que acaso no llegues a la cita, pero debes vivir sabiendo que un día no habrá más penas ni olvido.


Miércoles.

Al fin me compré el teléfono. Me salió un ojo de la cara, me salió, pero vieran lo que es: E-PE-TA-CU-LÁ. Todo lo’ chiche: no sé cuántos yigas de memoria, ge pe ese, eme pe tres ge, t d i, creo que diesel inyection… si lo ven en la Argentina se les cae el culo, se les cae. A este teléfono le ponés las canciones de moda ¿viste? Y cuando te llaman sale cantando la Paulina Rubio, nomás. Es una masa. Veo el fulbo en directo, veo minas en bolas… lo que quiera, veo. Ahora estoy esperando que me llame alguno de la barra para que suene un tema de moda, que antes tenía una de esas melodías berretas, tenía… Cuando les cuente el teléfono que pegué se mueren. ¡Allá esta máquina ni la sueñan!

Pero no llama nadie
.


Jueves.

Estado vegetativo:

Lo noté desde el principio: el potus estaba creciendo a pasos agigantados. Todavía no era un problema, ya que siempre se lo podía ir enrollando sobre sí mismo, sobre la propia maceta, y se lo veía tan lindo, tan verde, tan grande y saludable. Es una de las plantas más hermosas que hemos logrado, sólo que a esta altura se ha extralimitado ampliamente del espacio a él reservado para su función decorativa y amenaza invadir no sólo los libros de arquitectura y artes plásticas, sino incluso los de recetas de cocina asiática. Ya cuatro hojas se abren como una garra sobre las tiras de Inodoro Pereyra…

Renacieron Amores de Estudiante, la Dama de Noche y la Alegría del Hogar. Ambas (me refiero a las tres) dejan adivinar flores incipientes.

Dos casos notorios: lo que en principio creímos un yuyo gracioso que invadiría el jazmín del cabo y que con acierto transplantamos a otra maceta, hace unos días dio sus primeras florcitas, un montón de florcitas lindísimas que oscilan entre el rosado y el violáceo. Al mismo tiempo iba extendiéndose por las rejas del balcón, hasta tal punto que la semana pasada recibimos quejas de las vecinas del segundo, Doña Elida y su hermana . Hoy se quejó la del séptimo. Según ambas (me refiero a las tres) estas alegres ramificaciones se cuelan entre sus macetas, les chupan el agua ¡y hasta les secan la pepa! (sic).

No menos digno de atención es el caso de la monedita. Su historia parece un tango: la encontré como a un pebete que la madre abandonó. Era una ramita de unos diez centímetros, con tres hojitas mistongas, que recogí de la calle para que no sufriera tanto como había sufrido –me emociono al recordarlo- el malvón (que –dicho sea de paso- ha alcanzado lo que hasta ahora es su máximo esplendor). La puse un par de días en un vaso con agua y al tercero (me refiero a los tres) la clavé en una maceta (me refiero a la monedita). Esto ocurrió hace veinte días, y no sé yo en virtud de qué, ahora se vino para arriba




En cuanto al cardo Ricardo, cuyo comportamiento venía yo observando desde hace un par de meses, vivió días de gloria, una gloria efímera, es cierto, pero ¿quién le quita lo bailado? Se le pasó el cuarto de hora, pero logré documentarlo, ya vas a ver




Por último, no quisiera dejar de apuntar otro hecho inusual que tuvo lugar entre los días veinte y San Juan: El veinte por la mañana Berutti hijo desayunaba su expresso en el balcón cuando recibió la visita inesperada de un testigo de Jehová. La visita no interesa a esta página, pero sí el hecho de que la interrupción del desayuno le hiciera dejar la taza olvidada en el suelo. Afortunadamente la encontramos cuatro días después, antes de que lograra mimetizarse por completo. Una imagen vale más que mil palabras.








Lunes

Un apunte insólito- La terraza de un café, en Bruselas. Hubo gente de todas partes de Europa: el tano tomaba una grappa, el pirata una taza de té, el gallego se pidió un orujo, el franchute, cogñac… Hablaban de un tratado o de una ciudad portuguesa, o quizá de las dos cosas, y se advertía gran entusiasmo en el ambiente. Cuando llegó el irlandés alguien le arrimó una silla.

-¿Vas a tomar algo, colo?- preguntaron
-¡NO!- dijo el colorado.

Haciendo un corte de manga, lo dijo.

Martes

Imagen de mi nutricionista- Hace unos días recibí un e-milio en el que aconsejaban el consumo de frutas y explicaban cómo hacerlo. No tanto el hecho de comerse la fruta, cosa que mas o menos cualquiera puede adivinar, sino en qué condiciones hacerlo para lograr mayores beneficios. Dicen los autores del texto que la mejor forma de asimilar todas esas propiedades maravillosas que tienen las frutas es comiéndolas sin haber comido otra cosa antes, olvidándose del acostumbrado desayuno insalubre que nos damos con café negro y tostadas con mermelada, deberíamos comer durante la mañana toda la fruta que podamos. En el texto prometían que en pocos días notaríamos, gracias a las virtudes de esta nueva forma de alimentación, una vitalidad fuera de lo común.

Por supuesto, me lancé a la experiencia con entusiasmo. Yo tenía un sistema infalible para empezar el día que consistía en un tazón de café, un cigarrillo y salir corriendo a hacer caca. Pero durante el primer día de mi experimento, noté con cierta alegría que ya no necesitaba ni café ni pucho para ir al baño, que a base de solamente frutas necesitaba ir al baño tres o cuatro veces, tan sólo en la mañana. Reconocí inmediatamente que al menos en cuanto a su función purgativa, mi nuevo sistema alimenticio parecía digno de confianza. Con los días advertí también que ya no me costaba tanto ir a laburar. Es decir, no es que no me costara en absoluto, pero ya no era necesario que mi mujer me amenazara con las cuchillas de cocina para que me dignara a levantarme de la cama, sobre las cinco de la tarde. Desde que puse en práctica el nuevo sistema, a las siete de la matina estoy en pié, salgo a asaltar los frutales del barrio y sobre las nueve y media estoy desayunando. Francamente, me siento mucho mejor.

Esta mañana estuve con mi nutricionista. Le conté mi experiencia de los últimos días, lo bien que me había ido con este plan de desayuno, y esperé con una sonrisa su aval. Él prendió un cigarrillo, se quedó un rato en silencio y finalmente, chasqueando una vez la lengua y golpeándose la frente repetidamente con los dedos índice y anular de la mano derecha sentenció:
- Es todo psicológico. Del bocho –explicó. Me dijo que hiciera lo que quisiera y que para el futuro intentara no romperle “las huevas” con estas memeces. Salí del consultorio un poco desconcertado.

Me pareció que estaba en pedo.