martes, 30 de septiembre de 2008

OTOÑO PORTEÑO




Del otro lado de esta puerta hay una cama, un escritorio y un ropero. También hay un montón de fotos pegadas en las paredes. Hay un violín afónico, un charango boliviano, hay unos cuantos tambores y tres o cuatro guitarras. Del otro lado de esta puerta hay una Remington rand de los años veinte, hay un amplificador IONIC –enorme, industria nacional- de la década del setenta y una antigua copiadora que sabe de fotos en blanco y negro, de fotos como aguafuertes. También hay viejos discos de vinilo: la colección de rock nacional más envidiada del barrio. Al menos lo era hasta que llegaran los nuevos vecinos, tan retros ellos. Habrá unos cuatrocientos o quinientos libros, caóticamente ordenados, que fuimos trayendo y leyendo durante la adolescencia y primera juventud.

Del otro lado de la puerta está Gonzalo Arribúa. Se refugió en esta pieza allá en los años noventa. (Cuando el uruguayo hablaba, de este lado de la puerta florecían los malvones). Están Mariano y el Ruso escuchando una viola y una voz que intentan una primera versión de Yilavsiuié -toman whisky nacional o caña quemada Legui que ha ofrecido el anfitrión- (después irán los tres a golpear las puertas de varias bailantas, puertas mucho menos gratas que esta puerta). Están Pancho, Diego Fútbol, Pocho, Juan –el de la calle Honduras-, están el Pibe y el Largo, (todos matean largamente); está Ryan una tarde de festivos carnavalitos y otra tarde donde el blues marcaba el pulso y otra más sin cigarrillos ni instrumentos, y –fijate- por las juntas de la puerta salen unos versos sueltos, fragmentos de bandoneón, riffs de guitarra over-drive. Me gusta pensar incluso que del otro lado de la puerta todavía está el negro Limón, el propio gordo Colinas. Era difícil hacer que el gordo moviera el culo, pero mirá bien la puerta: ahí atrás se lo adivina.

Esta puerta da a una pieza en la fuimos creciendo, descubriendo, creyendo y descreyendo, en la que fuimos queriendo. No voy a hablar de las minas distraídas o no tanto que perdieron o ganaron algo del otro lado de esta puerta, aunque también las recuerde con indecible gratitud; hablo de otro tipo de amor: el que no se confiesa -ni hace falta confesar-, el que se reconoce entre palabras ocasionales y largos tragos de vino, el que se adivina entre dos canciones, el que asoma gigante entre una puteada cabrera y un cachito indiferente de vacío hecho a la brasa. Hablo del cariño enorme de los que están siempre cerca: la familia y los gomías, que también son la familia.

Es curioso: yo la recordaba abierta. Siempre. Aunque hiciera un frío de cagarse la puerta quedaba abierta para que cambiara el aire; para que se fuera el humo, supongo. Jodido verla cerrada, porque estuvo siempre abierta durante aquella nuestra eterna primavera. Acaso ya entonces presentíamos una respuesta, se habrá cantado alguna vez del otro lado de esta puerta. No me acuerdo quién sería, pero alguno lo cantó, o lo cantamos todos juntos tras esta puerta cerrada. Va a hacer falta un buen otoño tras un verano tan largo.
***

4 comentarios:

hollywoodencasa dijo...

Esa pequeña puerta siempre estara abierta para aquel que quiera entrar a tomarse unos mates , armarse un cigarrito richmomd,escuchar un long play de el flaco spinetta , un disco vox dei o hacer alguna digna e inesperada confesion, para todo aquel que dejaste entrar en tu mundo maravilloso , en tu corazon solidario, la puertita del patio de serrano siempre estara abierta mi hermano, acordate de este viejo cacatua "siempre estara abierta,como tu alma cuando recibe al astro rey por las mañanas aqui, alla, en barcelona, en bayres , montevideo o cualquier rinconcito del planeta ,siempre estar abierta"
viva el tango carajo

Unverto dijo...

Detrás de esa puerta hay un pibe saltando, de la cabeza, al ritmo de "Kill my mother" con el Gordo Colinas. Detrás esta ese mismo pibe descubriendo a Arlt y tratando de hacerle entender a alguien de un este muy lejano que Buenos Aires no es tan malo. También un disco de los Cadillacs y "...quizas ella nunca sabrá que dos amigos brindan...". Y el poema de Racing, y la paciencia. Unverto es algo raro cuando esa cosa que no sabe nombrar lo agarra desprevenido, aunque creo que siempre la espera, y dice cosas raras y habla de él como si fuera otro. Entrar a este blog me hace raro, dijo el loro sin saber muy bien de qué hablaba.

Anonymous dijo...

Ahora te lee uno más. Abrazo!

hollywoodencasa dijo...

anonimo ,rescatate o tendremos que irte a buscarte con los muchachos de barracas central , te llevaremos a ver un partido entero, vas a ver lo que es bueno... eso si que es sufrir y si no preguntale a un amigo que tengo por granada...